Qué razón tenía el escritor Carlos Fuentes cuando afirmaba que ninguna obra literaria conjugaba palabra, imaginación y acción como El Quijote. Las aventuras narradas por Cervantes son conocidas en todo el mundo. Con ellas La Mancha, la comarca natural más extensa de la región, adquirió renombre universal. Sus blancos molinos, sus llanuras de horizontes infinitos, sus antiguas ventas salpicadas de añil, sus pueblos de anchas calles, sus sobrios caseríos, sus viñedos sin fin, sus singulares lagunas, sus gentes… esperan al viajero para descubrirle estos lugares, memoria viva de unas comarcas, cuyo nombre no dejará recordar.
Un consejo: guarda en tu equipaje un ejemplar de la novela, será la mejor guía para disfrutar de este recorrido literario-turístico por Castilla-La Mancha
Esta Ruta del Quijote te llevará por lugares citados expresamente en la obra de Cervantes, así como a otros cercanos cuyos atractivos culturales, patrimoniales, artísticos o paisajísticos merecen ser visitados. ¿Comenzamos?
Tierra de Molinos
La Mancha de Don Quijote es tierra de molinos de viento. Ingenios harineros que, en sus desvaríos, el hidalgo confundía con gigantes y arremetía lanza en ristre contra sus batientes aspas. Reconocerás su inconfundible silueta en numerosos lugares.
Si quieres imaginarte protagonista de la “espantable y jamás imaginada aventura” que vivieron el hidalgo y su fiel Sancho, haz parada en la localidad toledana de Consuegra, en la conquense de Mota del Cuervo (Cuenca) o, en Ciudad Real, en Alcázar de San Juan y Campo de Criptana. Algunos molinos de esta última localidad, luminosa ilusión de fachadas encaladas y encintadas de añil, aún conservan su maquinaria del siglo XVI y podrás verlos funcionar.
Cuna de Dulcinea
Nos encontramos muy cerca de El Toboso. Conforme nos acercamos, la torre de su iglesia parroquial de San Antonio Abad nos sirve de guía hacia la cuna de Dulcinea. Poblachón con rica arquitectura popular y señorial, entre sus atractivos destacan el Museo Cervantino, donde se conservan más de quinientas ediciones diferentes de El Quijote, y la Casa Museo de Dulcinea, recreación de una mansión manchega en época de Cervantes.
Tierra de viñedos
La Mancha es el mayor viñedo del mundo. Un mar de viñas te acompañará durante el camino y comprenderás que tal afirmación no es exagerada. Llegando a Tomelloso, entre sus cepas verás sorprendentes construcciones realizadas con piedras superpuestas sin ningún tipo de argamasa para unirlas. Son sus inconfundibles bombos, edificaciones rurales donde resguardarse los labradores, guardando en ellos aperos y ganado.
La prisión de Cervantes
Aunque diferentes localidades se disputan ser el lugar de La Mancha en donde vivió Don Quijote y del que Cervantes no quiso acordarse, en Argamasilla de Alba te espera la Cueva de Medrano, donde don Miguel estuvo preso. Es creencia popular que allí comenzó a escribir la inmortal novela. El inmueble acoge, también, una extraordinaria colección de obras del artista valdepeñero Gregorio Prieto.
Tierra de Cuevas
En el interior de la Cueva de Montesinos, en Ossa de Montiel, Don Quijote vivió el encantamiento más famoso jamás relatado de la historia de nuestra literatura. Baja a ella y déjate llevar por los mágicos embrujos del sabio Merlín. Estamos en las Lagunas de Ruidera, uno de los conjuntos lacustres más singulares de España. Sus catorce lagunas se extienden a lo largo de veinticinco kilómetros. En ellas podrás practicar deportes náuticos y disfrutar de un auténtico paraíso. Cuando te marches no olvidarás el color verdoso de sus aguas.
Este Parque Natural, junto al de Las Tablas de Daimiel y otros humedales localizados en poblaciones como Villafranca de los Caballeros, Alcázar de San Juan, Pedro Muñoz, Quero, Villacañas o Mota del Cuervo, protegidos como Reserva de la Biosfera, son joyas del patrimonio natural manchego.
Tierra de Ventas
Cuando anocheció el primer día de sus aventuras, Don Quijote encaminó a Rocinante hacia una de las ventas cercanas a Puerto Lápice. En uno de aquellos modestos paradores, frecuentado por arrieros y trajinantes camino hacia las tierras andaluzas, fue armado caballero el hidalgo.
Y habiendo tomado ya sus armas, los caminos de El Quijote nos llevan hasta los Campos de Calatrava y Montiel. Migueltura, Peralvillo, Almodóvar del Campo, Tirteafuerta, El Viso del Marqués o Caracuel de Calatrava, son lugares citados en la novela cervantina.
Estando en estas tierras próximas a Sierra Morena, donde el hidalgo hizo alocada penitencia, te esperan la señorial Almagro, con su afamado Corral de Comedias y su bella plaza; Valdepeñas, inmensa bodega cuyos vinos se conservaban antaño en pellejos similares a los acuchillados por Don Quijote; Villanueva de los Infantes, declarada conjunto histórico artístico y lugar donde Quevedo vivió su retiro; Almadén, cuyo Parque Minero está considerado Patrimonio de la Humanidad; Santa Cruz de Mudela, Malagón o Ciudad Real. En Manzanares te espera su moderno parador, con trazas arquitectónicas de marcado sabor manchego que te recordará a las plazas mayores de Tembleque o Puerto Lápice.
Tierra de rica gastronomía
Con pan y vino se anda el camino. Aunque Cervantes nos contara las penurias culinarias del hidalgo –más vaca que carnero, salpicón, duelos y quebrantos, lentejas y algún palomino– este viaje a la tierra de Don Quijote es una magnífica ocasión para degustar la rica gastronomía manchega,
generosamente citada en las páginas de la novela.
Si en sus desvaríos Don Quijote confundía los molinos con gigantes, las ventas en castillos y los rebaños de ovejas con ejércitos, nuestros maestros restauradores fantasean hoy fusionando en sus cocinas carnes de cordero o cerdo, liebres, perdices, bacalaos, quesos, escabeches, legumbres, hortalizas, berenjenas, ajos, azafrán, vinos, aceites y dulces de horno o de sartén elaborando exquisitos manjares que en nada desmerecen a las fabulosas viandas servidas en aquellas famosas Bodas de Camacho.
Disfruta el viaje y recuerda: la del alba sería…