La arquitectura religiosa inunda el urbanismo almagreño salpicándolo de inmejorables ejemplos. Para iniciar un recorrido por ellos salimos de la plaza mayor hacia el norte por una calle, en cuyo inicio se sitúa la iglesia de San Agustín, que da nombre a dicha calle.
Este espectacular templo, fundado en 1635 por la familia Figueroa sobre el solar del antiguo Palacio de los Fugger, presenta una fachada retablo concebida teniendo en cuenta la falta de perspectiva que impone la calle tan estrecha. El proceso de desamortización y expolio en la guerra civil han provocado una sensación de desnudez solo rota por la suntuosa decoración de sus pinturas murales referentes a la vida del santo y a la propia orden, entre las que destacan las ubicadas en la cúpula.
«En la iglesia está expresado todo el mundo barroco, conjugándose arquitectura, pintura y escultura.»
Enrique Herrera, profesor de Historia del Arte
Actualmente depende del ayuntamiento y se utiliza para diversas exposiciones, especialmente durante el Festival Internacional de Teatro Clásico.
Un poco de su historia
Cumpliendo la voluntad testamentaria de la última descendiente de la familia Figueroa, de emplear sus bienes en la fundación de un Convento del Santísimo Sacramento de Mojes Agustinos, se edificó este conjunto en sus antiguos solares. No obstante, y antes de acometerse la obra, hubieron de salvarse tensas diferencias, litigios y enfrentamientos entre las órdenes jesuita y agustina en las que hubo de intervenir incluso el Ayuntamiento de la ciudad ordenando medidas para impedir actos de violencia. Finalmente, y a través del Vicario General de la Compañía, obtuvieron licencia en enero de 1635. Su construcción fue lenta por la falta de fondos y, en 1719, las obras de los claustros continuaban, aunque la iglesia estaba ya concluida.
Cambios en la edificación inicial
La edificación, como muchas otras, ha sufrido diversas vicisitudes a lo largo de su historia. Con la Desamortización, el convento fue vendido y pasó a manos privadas que terminar por demolerlo. Los vecinos de Almagro, temiendo que la Iglesia corriese la misma suerte, intervinieron y consiguieron salvar el edificio con la adquisición de la misma mediante suscripción popular así como los retablos aunque por poco tiempo, pues en 1936 se destruyó el retablo barroco del altar mayor durante la guerra civil.
Ya en nuestra historia más reciente, el edificio ha sido el escenario de diversos acontecimientos culturales e históricos, entre ellos cabe destacar la celebración en 1978 de la constitución del ente preautonómico castellano-manchego.
La iglesia del convento
De toda la primitiva edificación solo se conserva la Iglesia, cuya planta jesuítica consta de una sola nave salón (ni el crucero ni el testero sobresalen) cubierta por bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos en los que se abren ventanas. A los pies se encuentra el coro, separado de la nave por un arco carpanel con balaustrada de madera.
Presenta una suntuosa decoración con pinturas murales, muy al gusto del barroco final, referentes a la vida del santo y a la propia orden, entre las que destacan las ubicadas en la cúpula.
En el exterior, la fachada está concebida como un gran rectángulo, flanqueado por pilastras y coronada por un frontón, con torres laterales de planta cuadrada que la articulan. En ella se abre la portada, concebida a modo de retablo, con dos columnas en cuyos fustes observamos la decoración manierista. En el segundo cuerpo, rematado con frontón, figuran los ángeles que sostienen la Custodia del Santísimo Sacramento, advocación del convento.
De los desaparecidos claustros del convento, solo queda la entrada, enmarcada con piedra de sillar y el escudo de la Orden de San Agustín.
Nuestras distinciones...
