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Esta ruta realiza un recorrido muy completo por los escenarios y episodios que marcaron el devenir histórico de la primera orden militar de la Península Ibérica y una de las más importantes, por ende, de la Europa altomedieval.
La Orden de Calatrava se fundó en el año 1158 como respuesta a la necesidad de defender la fortaleza de Qalat Rabah, conquistada por Alfonso VII en 1147, tras el rechazo de dicha encomienda por la Orden del Temple, quienes tras haber aceptado inicialmente el reto abandonaron precipitadamente el lugar ante la creciente amenaza almohade proveniente del norte de África. Su fundador fue Fray Raimundo, abad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, quien junto a uno de sus acólitos, Fray Diego Velázquez, que había sido soldado antes que fraile, consiguieron mantener defendida la fortaleza hasta la derrota de Alarcos en 1195.
Hay que resaltar los indudables atractivos del periodo medieval así como de las órdenes militares, mezcla de fanatismo religioso y potencial bélico, cuyos aspectos más legendarios han sido objeto de la literatura (la novela «El Sanador de Caballos» comienza justo con la derrota de Alarcos ) y el cine (películas como «El Reino de los Cielos» se desarrollan justo en esta época) con un gran éxito.
La leyenda de los calatravos, la espada y la fe.
La primera parada de esta ruta la realizamos en Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava). Es el origen y nacimiento de la leyenda, el lugar, si cabe, más mágico del recorrido. Una antigua ciudad musulmana en ruinas, Qlat Rabah, abandonada en medio de la nada donde la impotencia de los caballeros templarios dio lugar a una nueva orden de frailes-soldado que tomó el nombre castellanizado del lugar.
El yacimiento, gestionado por el Ayuntamiento de Carrión de Calatrava, está musealizado y ofrece visitas guiadas.
En las inmediaciones se encuentra el Santuario de Ntra. Sra. de la Encarnación un edificio religioso de gusto popular construido sobre una antigua mezquita y que en la actualidad acoge la imagen de la patrona de la localidad. Alrededor del mismo existe una amplia zona recreativa dotada de mesas, bancos y barbacoas que permite convertir la visita turística en un picnic.
La sangre de los calatravos, el sacrificio de Alarcos
El siguiente destino es el Parque Arqueológico de Alarcos, a pocos kilómetros de la capital Ciudad Real, si bien su acceso se realiza a través de Poblete, localidad cuyo término municipal alberga la mayor parte del yacimiento.
La historia avanza hasta 1195 y nos presenta al ejército calatravo, ya constituido como una de las fuerzas de choque más temible del momento, luchando junto al rey castellano Alfonso VIII en una de las grandes batallas de la historia de España. Y como en el mejor guion de cine su derrota aporta el punto épico y dramático a la historia.
La batalla, conocida en las crónicas cristianas como el desastre de Alarcos, se mantuvo siempre en un oscuro segundo plano a la sombra de la más conocida de las Navas de Tolosa, ya que fue una derrota dura, contundente y casi rozando la vergüenza. Sus consecuencias a corto plazo determinaron la perdida de una gran parte del territorio ganado años atrás por Alfonso VII y el retroceso de la frontera del Reino de Castilla a los límites marcados en 1085 con la toma de Toledo por Alfonso VI.
Sin extendernos demasiado en el desarrollo de la batalla de Alarcos, ya que hay páginas y libros al respecto, podemos decir que su origen se debe al ambicioso programa de expansión llevado a cabo por Alfonso VIII, que incluía la construcción de la ciudad más meridional del Reino, Alarcos, como cabeza de puente para amenazar al Imperio Almohade.
Esta amenaza junto con el detonante producido por la campaña militar del Arzobispo de Toledo contra la ciudad de Sevilla determinaron la decisión del Califa almohade Abu Yusuf Yacub Al-Mansur (no confundir con Almanzor, militar y político andalusí que tomó el título de Al-mansur, que significa el victorioso, debido a sus grandes éxitos militares y sus pretensiones al califato Omeya) de responder con una contraofensiva militar, que se materializó en la mencionada batalla.
Tras la derrota, los caballeros calatravos retrocedieron hasta el Castillo de Guadalerzas, convertido en hospital de la Orden. Algún tiempo después, en un alarde de orgullo, rozando el suicidio, un pequeño grupo tomó y se hizo fuerte en el Castillo de Salvatierra, en pleno territorio Almohade. Allí aguantaron hasta el año 1211, en que una intervención del Califa Al-Nasir conquistó y masacró a la pequeña guarnición que lo defendía- Este hecho se considera el detonante de lo que sería una de las batallas de mayor repercusión de la Edad Media en la Península, la batalla de las Navas de Tolosa, cuyo resultado inició un proceso irreversible de conquista del territorio Andalusí, que acabó con la toma de Granada en 1492, por los Reyes Católicos.
Este yacimiento está gestionado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y al igual que el anterior se encuentra perfectamente señalizado con cartelas informativas, además de implementar una serie de servicios didácticos como son una sala de audiovisuales, un centro de interpretación y un servicio de visitas guiadas. Consulta aquí sus horarios y condiciones.
Una opción muy recomendable para su visita, si el tiempo, el clima y las fuerzas acompañan, es iniciar el recorrido en la localidad de Poblete. Desde esta localidad parte un itinerario para hacer a pie, en cuyos 3,5 kilómetros se han dispuesto unas interesantes paradas que mediante una app permiten disfrutar de una introducción muy lograda, realizada mediante recreaciones virtuales y realidad aumentada, de la batalla de Alarcos.
Junto al yacimiento, compartiendo espacio en el cerro, se encuentra también la Ermita de Ntra. Sra. de Alarcos, un sobrio pero encantador templo gótico que acoge en verano un interesante festival de música antigua.
Antes de continuar hacía el siguiente destino os proponemos visitar la quesería Villadiego, que se encuentra frente al cerro de Alarcos. Aquí tendréis la posibilidad tanto de degustar un excelente queso manchego como visitar sus instalaciones.
Otra alternativa cercana que deberéis valorar, dependiendo del tiempo de que dispongáis, es el castillo de Caracuel, al cual se accede a pie desde la localidad del mismo nombre y que, a pesar de no contar con ningún tipo de ayuda didáctica, aporta el poder evocador y romántico de la ruina.
Calatrava la Nueva, fortuna y gloria.
Para remontar el tono de la historia y acercarnos al final nada mejor que otra batalla está vez la de las Navas de Tolosa, cuya victoria propicio la construcción de una de las fortalezas más impresionantes de la Península, el Sacro Convento de Calatrava la Nueva. Aquí se llega sin duda el cenit emocional de la visita, logrado por supuesto gracias a la preparación previa, el entorno y la edificación en sí.
Este yacimiento está gestionado por el ayuntamiento de Aldea del Rey y aunque no presenta las mismas ayudas informativas que los anteriores su excelente conservación facilitan tanto la visita como la comprensión de los restos. Como curiosidad cabe destacar que su iglesia ha sido escenario de la serie «30 monedas» de Alex de la Iglesia.
Conviene hacer notar que el acceso se realiza a través de un estrecho camino empedrado que en forma de espiral alcanza el aparcamiento en la cima del cerro. Su morfología y la ausencia de limitación a cualquier tipo de vehículos (es usado incluso por autobuses) suponen en ocasiones un problema a la hora de circular por él.
En Aldea del Rey también es visitable el Palacio de la Clavería, edificio restaurado que acoge en su interior diversas exposiciones temporales.
Epílogo final: Almagro
Y como epílogo y colofón final, Almagro, la ciudad fundada por los calatravos ex novo, a mayor gloria de su orden aunque a la postre le valiera la enemistad y posterior enfrentamiento con la Corona que acabó con la propia orden. El esplendor y el ocaso de la misma, un lujo para los sentidos y una completa experiencia que pondrá punto y final a una historia de película.
No se vayan todavía… aún hay más: La ruta de las Navas de Tolosa
Como habéis podido comprobar, la Orden de Calatrava jugó un papel muy importante en el difícil equilibrio de poder que se desarrolló entre finales del s. XII y principios del s.XIII, en la frontera entre el Reino de Castilla y el Imperio Almohade. De este periodo destacan dos grandes batallas, de las que ya hemos hecho mención, la de Alarcos, en 1195, y la de las Navas de Tolosa, en 1212.
Hechos tan importantes como la pérdida de Jerusalén (1187) y sus posteriores e infructuosos intentos de recuperarla en la III Cruzada (1189-1192) se sumaron a la derrota de Alarcos (1195) para acrecentar la sensación de peligro frente al Islam, lo cual fue aprovechado por Alfonso VIII para convertir la campaña de las Navas de Tolosa en una cruzada en toda regla, apoyada por el Papa Inocencio III.
Los escenarios más importantes de esta campaña se localizan entre Castilla-La Mancha y Andalucía, concretamente en una ruta con origen en Toledo y conclusión en Jaén. Ambos extremos equidistan de Almagro apenas 150 km (10 arriba o 10 abajo), por lo que nuestra localidad es un excelente punto de partida para abarcarla en su totalidad.
El origen se establece en la ciudad de Toledo, capital del Reino de Castilla y lugar donde se citaron las principales huestes cristianas. No hace falta mencionar los innumerables atractivos que tiene la ciudad de Toledo, que apenas dista hora y media de Almagro, para justificar su visita y pasar un día al menos recorriendo sus calles.
Desde allí, siguiendo lo que hoy es la N-401, debieron pasar por el Castillo de Guadalerzas (Los Yébenes). Esta fortaleza sustituyó a la construida por los Almorávides en el s. XI para defender el paso hacia Malagón, cuyos restos aún son visibles en las inmediaciones. En el siglo XII los cristianos construyeron la actual edificación, pasando a ser gestionada por la Orden de Calatrava como Hospital. Su estado actual es fruto de las transformaciones realizadas en siglos posteriores. Primero como Colegio de doncellas nobles de Toledo a cargo del Cardenal Silíceo, en el s. XVI, y después como vivienda de uso particular en el siglo XIX.
Actualmente, a pesar de esta declarado B.I.C., se encuentra en total abandono. Su visita es posible, ya que esta calificación lo hace posible, pero con reservas. Su ubicación, en un cerro rodeado por el río Bracea y poblado de robles, es tan idílica como las propias ruinas, pero hay que tener en cuenta que la finca se dedica a la cría de toros de lidia y que, a pesar de mantener la cancela abierta, hay que contar con la autorización de los dueños para su visita. Además, su precario estado de conservación hace que resulte extremadamente peligroso deambular por su interior.
A continuación tomaron la plaza de Malagón, donde se produjo un importante saqueo por parte de las tropas ultramontanas. Actualmente no quedan restos del castillo protagonista de este encuentro.
La primera gran confrontación militar de esta campaña se produjo con la toma de la ciudad de Qlat-Rabah, hoy Calatrava la Vieja, que defendía el paso del río Guadiana. La renuncia de Alfonso VIII al saqueo de la misma propició las desavenencias del rey con las huestes ultramontanas, que determinaron el abandono de la cruzada por parte de las mismas.
A continuación, recuperaron el castillo de Alarcos, que tan amargo recuerdo les producía a los castellanos y tras pasar por el de Caracuel y el de Salvatierra, sin detenerse a tomarlos, se adentraron en Sierra Morena para encontrarse con el Califa Muhammad Al- Nasir, cuyo sobrenombre, Amir al-Mu’minin , se castellanizó como «el Miramamolín». Actualmente el castillo de Salvatierra se encuentra en una finca privada y el acceso está limitado tanto por las autorizaciones pertinentes de los propietarios como por el camino utilizado, solo apto para vehículos todoterreno. Sin embargo, aunque no fuera testigo directo de la contienda, frente a Salvatierra se erigió tras la misma el formidable Castillo y Sacro Convento de Calatrava la Nueva, cuya visita si es posible y desde donde tendremos una magnífica panorámica del de Salvatierra.
El enfrentamiento debió producirse en los alrededores de la actual localidad de Santa Elena, donde podemos visitar el Museo de la Batalla de las Navas de Tolosa una interesante instalación donde descubrir los pormenores de este encuentro bélico.
Desde aquí todavía queda un último lugar que visitar para completar la ruta, la ciudad de Jaén, donde el Califa acudió a refugiarse tras la derrota y que conserva el esplendido Castillo de Santa Catalina, construido por los musulmanes entre los siglos VIII y X y reformado por los cristianos en el siglo XIII. En la actualidad, a pesar de albergar un Parador Nacional de Turismo, es visitable y altamente recomendable para conocer la historia de la ciudad y de la época que venimos describiendo.
El resultado, como todo el mundo sabe gracias a que fue ampliamente publicitado, no como el de Alarcos, supuso un triunfo para los cristianos, y más concretamente para el Reino de Castilla, que en los años sucesivos se expandió de forma lenta pero implacable hasta acabar por conquistar todo el territorio andalusí. Pero eso, amigos, es otra historia.