Molino de Molimocho, en Las Tablas de Daimiel

Ruta del Agua: motillas, molinos y otras hierbas

Esta es una ruta imprescindible para entender La Mancha, ya que el agua es tan escasa como importante en la comarca donde nos movemos. Su presencia desde antiguo explica el temprano establecimiento de poblaciones humanas en la misma y ha condicionado su evolución hasta nuestros días, en los cuales su escasez comienza a ser un motivo de honda preocupación, aunque no quiera admitirse.

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El Guadiana, vertebrador de la ruta

El río Guadiana es el protagonista que vertebra esta ruta y aporta singulares características que sorprenderán al visitante por su originalidad.

Para empezar, su misterioso origen, que ya advirtieron tempranamente los romanos. El Guadiana es uno de los grandes ríos de la Península Ibérica y el único que nace en llano. Su origen se encuentra en el rebosamiento de una masa de agua subterránea que da lugar a lo que se conoce como Lagunas de Ruidera. Esta extraordinaria manifestación hidrológica -de la que ya tuvimos ocasión de hablar en una ruta dedicada enteramente a su conocimiento-, es una sucesión de lagunas concatenadas que termina ocultándose para reaparecer kilómetros después en los llamados Ojos del Guadiana, un afloramiento compuesto por numerosos manantiales, que durante mucho tiempo se consideró el nacimiento de este río. Por desgracia, la explotación hídrica a la que se ha visto sometida el entorno, desde hace casi 50 años para aprovechamiento agrícola, ha determinado la bajada del nivel freático a cotas insospechadas, con la desastrosa consecuencia de la desaparición de este surgimiento de agua y, por ende, del propio río.

Los Centros de Información de Daimiel

Nuestra ruta comienza visitando los dos centros de información más cualificados de la zona, ambos en Daimiel y dependientes del Ayuntamiento, el Centro de Interpretación del Agua y el Museo Comarcal.

El Centro de Interpretación del Agua de Daimiel

Este centro se ubica en un edificio concebido como Instituto de Formación Profesional por el insigne arquitecto de reconocimiento internacional Miguel Fisac, oriundo de esta localidad, lo cual aporta un valor añadido a un centro de interpretación de obligada visita si se quiere conocer el entorno con profundidad.

Museo Comarcal de Daimiel

El Museo Comarcal es una original propuesta que realiza un interesante recorrido histórico y cultural del entorno más próximo además de acercarnos a personajes de reconocido prestigio artístico, como son el mencionado arquitecto Miguel Fisac, el coleccionista Juan Carranza o el pintor Juan D’Opazo.

No solo es recomendable su visita por sus valores museográficos, sino por ser el punto de partida de uno de los ejemplos más tempranos que tenemos de la interacción del hombre con el agua, la Motilla del Azuer, nuestro siguiente destino. El Museo es el encargado de gestionar la visita a este yacimiento único previa reserva de la misma, así que conviene informarse de las condiciones y horarios para poder organizar el resto de la ruta.

La Motilla del Azuer

La Cultura de las Motillas se desarrolló durante la Edad del Bronce (Desde el 2500 a.c. hasta el 1500 a.c.) y está considerada una los antecedentes de la posterior cultura Íbera. Se caracterizó por la construcción de asentamientos fortificados, bien en altura, que reciben el nombre de castillejos, o bien en el llano, asociados a cursos fluviales, que se denominan motillas. De estos últimos el ejemplo mejor conservado, gracias a sus numerosas campañas de excavación y a la posterior restauración para ponerlo en valor, es la Motilla del Azuer.

Las motillas, en general, se situaban en las inmediaciones de un curso de agua para aprovechar este recurso tanto para la agricultura, como para ser bebida y usarla como protección. El núcleo de la misma consistía en un torreón de planta circular de más de 10 m. de altura, construido con piedras calizas, rodeado de diversos lienzos de muralla concéntricos, alrededor del cual se organizaba el resto de poblado. Este lugar servía para controlar el entorno circundante y salvaguardar los bienes más preciados, como el grano o el agua, e incluso como lugar de enterramiento de las élites sociales. Precisamente, en esta motilla se han hallado vestigios de lo que sería la primera perforación humana para extraer agua del subsuelo, lo cual indica que los periodos de sequía han sido cíclicos desde muy antiguo en esta zona.

La Laguna de Navaseca

A continuación os proponemos un destino poco conocido pero de gran atractivo para observar aves, de un forma sencilla y agradable.

La laguna de Navaseca es un humedal situado a escasos dos kilómetros de Daimiel y que se integra en la Reserva de la Biosfera «Mancha Húmeda». Mencionado ya desde el siglo XVI, en la actualidad ofrece un entorno excelente para la observación de aves, debido a que tiene un aporte garantizado de agua gracias a la Estación Depuradora de Aguas Residuales que la abastece. Esta circunstancia, que podría restar atractivo a su visita, supone todo lo contrario, ya que dicho aporte de agua ha determinado la constitución de una importante colonia de aves, entre las que se encuentran especies tan emblemáticas como el flamenco o la malvasía.

El espacio está adaptado para su visita mediante un camino que circunda la laguna y una red de observatorios de madera que permiten la contemplación de unas aves que, a pesar de la cercanía, parecen encontrarse muy a gusto en este entorno.

La mejor época del año para visitar este paraje es sin duda el otoño, ya que las aves realizan aquí una parada en su migración desde Europa hacia África para pasar el invierno, pero dado que cuenta con un aporte garantizado de agua hay muchas aves que  pasan aquí todo el año. En cualquier caso, independientemente de la época del año en que se visite, recordad que las primeras horas de la mañana y sobre todo las últimas de la tarde, son las más indicadas para la observación de aves. Al atardecer además se cuenta con el atractivo añadido de la puesta de sol y la magnifica luz dorada que aporta para sacar unas excelentes fotografías.

No olvidéis tampoco que se trata de un paraje natural que hay que visitar con respeto, tanto con el silencio que precisa su fauna, como con la educación de no dejar ningún resto a nuestro paso.

El Molino de Molimocho, la poderosa fuerza del agua

Tras este aperitivo, que en ocasiones se convierte en plato principal debido a la situación de precariedad hídrica por la que atraviesa la zona, nos dirigiremos al entorno natural de Las Tablas , el cual está protegido y reconocido como Parque Nacional y Reserva de la Biosfera. Pero antes de entrar de lleno en este paraje, conviene realizar una parada previa a las puertas del mismo para visitar el Molino de Molimocho, el único ejemplo restaurado de molino harinero cuya fuerza motriz es el agua.

Este tipo de molino fue introducido en la Península por los musulmanes al comienzo de la Edad Media y por tanto son anteriores a los más famosos de viento, que inmortalizó Cervantes. Debido a la estabilidad y potencia de su fuerza hidráulica tenían un mejor aprovechamiento y su continuidad se alargó hasta los años 60 del siglo XX, cuando la industrialización comenzó a imponerse en el medio rural manchego.

Nada más cruzar el puente sobre el río Guadiana, de camino al P.N. de Las Tablas, lo veremos situado en el margen izquierdo. Para acceder a él hay que continuar por la carretera hasta un aparcamiento habilitado a tal efecto, del cual parte un camino que nos permite acceder a él. Aquí tendremos ocasión de ver, no solo cómo funcionaba el mismo, gracias a la recreación de su maquinaria, sino también entender la vida que se desarrollaba alrededor de este ecosistema, donde se producía una extraordinaria simbiosis entre la actividad humana y el medio natural.

Las Tablas de Daimiel

Y para terminar este periplo por tierras daimieleñas concluiremos en la famoso enclave de Las Tablas. Su formación se origina gracias al desbordamiento, debido a la escasa pendiente, de los dos ríos que convergen en su interior, el Guadiana y su afluente el Cigüela, lo que produce un encharcamiento en forma de láminas de agua de poca profundidad denominadas tablas o tablazos.

La diferente composición de las aguas de cada uno de estos ríos, dulce el Guadiana y salobre el Cigüela, son también una de las características que definen este original, extraordinario y frágil ecosistema, que da cobijo a numerosas especies vegetales y animales, entre las que destacan las aves acuáticas migratorias.

Por esta razón, la época más aconsejable para visitarlo es el otoño, ya que es el momento cuando dichas aves hacen su parada en sus rutas migratorias de norte a sur. Durante este periodo es fácil ver toda clase de ánades, porrones, cercetas y patos colorados, así como las espectaculares grullas, cuyo bullicioso vuelo en formación sorprende poderosamente.

El momento menos propicio para visitar el Parque es en verano debido a las altas temperaturas, la escasez de agua y la menor presencia de aves. Sin embargo, si no hay más remedio recomendamos realizar la visita por la tarde e incluso alargarla hasta la noche. Es la única manera de no perecer en el intento y llevarse un recuerdo grato de la ocasión, salvo que los mosquitos sean inmunes al repelente que, si o si, tendremos que usar.
Además del mencionado repelente, aconsejamos llevar un calzado cómodo y apropiado (un término medio entre las chanclas y las Chiruca de alta montaña), protección solar acorde a la piel de cada uno y una gorra, o mejor, sombrero para protegernos del sol y una pequeña mochila con agua, prismáticos y una guía de aves (como las disponibles en el apartamento La Encomienda I y también en la Encomienda II). Si además consideráis la opción de hacer una visita nocturna –tal como recomendamos en otro post-, también ponemos a vuestra disposición un planisferio para la observación de estrellas.

El Centro de Interpretación del Parque de Las Tablas

Para comenzar la visita nada mejor que acudir al Centro de Interpretación del Parque. Desde allí parten diferentes rutas para recorrer el espacio habilitado para tal fin, ya que la mayor parte del espacio natural ocupado por Las Tablas está restringido para proteger sus valores medioambientales.

Rutas a pie por las Tablas de Daimiel

Todas las rutas se realizan a pie y están señalizadas mediante un código de colores. Dependiendo del tiempo y el interés que suscite se pueden priorizar unas sobre otras. Nosotros vamos a realizar unas sugerencias basadas en nuestra experiencia.


Nada más salir del aparcamiento tomamos la ruta de la derecha para dirigirnos, en la primera bifurcación de la misma, al observatorio de aves que llaman también “Laguna de aclimatación”. Se trata de un entorno artificial cerrado donde se pueden observar numerosos tipos de aves desde los miradores habilitados a tal efecto.

Desde allí entroncaremos con la ruta que nos lleva al “Observatorio de la Isla del Pan”, para lo cual atravesaremos varios tablazos gracias a los característicos puentes o pasarelas de madera que hay dispuestos para tal fin. Aquí es fácil ver aves como los ánades reales, las cigüeñuelas o las fochas y otros animales como los galápagos.

Tras un trayecto de apenas 600 m. llegamos a la base del cerro donde se localiza el mencionado observatorio. Accedemos a él por el camino que lo rodea por la derecha para poder disfrutar de una panorámica del entorno. En verano, conviene realizar esta ruta al atardecer, de modo que podamos presenciar desde este punto la puesta de sol y observar como las aves emprenden vuelo hacia los campos cercanos para alimentarse, aprovechando el frescor de la noche. También se pueden realizar actividades como la observación de estrellas (gracias al material que facilitamos para la ocasión en nuestro alojamiento), y la escucha nocturna de la fauna, que aprovecha esas horas para alimentarse. Para ello bajaremos del cerro por el camino contrario para internarnos en el cinturón de tarayes que lo circunda. Si se agudiza el oído es fácil advertir la presencia de los jabalíes entre el carrizo.

Para volver al Centro de interpretación usaremos la ruta paralela a la que nos llevó al observatorio. Tras atravesar el sistema de pasarelas que la componen, y ya en las cercanías del aparcamiento, encontramos una bifurcación que nos permite acercarnos a la que se conoce como “Laguna permanente”, que realmente se trata del cauce principal del río Guadiana y que por ello suele contar con más agua que otras zonas del parque. Al final de este trayecto encontraremos dos observatorios de madera para la disfrutar de las aves y otros animales como las nutrias.

Dónde comer en el entorno de Las Tablas de Daimiel

De regreso al punto de partida tenemos dos alternativas para comer, el Mesón de la Duquesa, a escasos 300 m. antes de llegar al Centro de Interpretación o la zona de picnic habilitada cerca del mismo, una amplia y agradable explanada con mesas y bancos resguardadas del sol bajo pérgolas de madera.

 

Calatrava la Vieja, la tecnología hidráulica al servicio del poder

Una parada en la Quesería Zacatena

Para terminar esta ruta dedicada al agua nos acercaremos al Yacimiento de Calatrava La Vieja, situado en la margen izquierda del río Guadiana. Para ello podemos optar por volver a Daimiel mediante la carretera que hemos usado de acceso y allí enlazar con la N420 para llegar a Carrión de Calatrava, tal y como proponemos en el mapa mostrado al inicio de esta ruta, o usar otra alternativa, que nos llevará, por caminos de tierra, bordeando el Guadiana y con un atractivo añadido como es visitar la Quesería de Zacatena donde no solo podréis degustar un fantástico queso manchego sino también visitar la finca. Para tal fin, tras cruzar el puente sobre el río Guadiana tenéis que coger la pista que sale a la derecha, indicada con un cartel hacia el Parque Arqueológico de Calatrava la Vieja.

Esta ruta, a pesar de que no resulta problemática, puede presentar, de forma circunstancial, inconvenientes relacionados con la climatología (mucho polvo en verano y barro en época de lluvias) por lo que conviene valorar seriamente sus pros y sus contras.

Independientemente de la opción elegida, nuestro destino será el mismo, las ruinas de la ciudad de Qlat- Rabah (castellanizado, Calatrava) fundada por los musulmanes en un temprano siglo IX. Se trata de uno de los pocos ejemplos de fundación ex novo realizada por la cultura islámica en la Península Ibérica y tenía un marcado carácter militar, ya que su función era servir de avanzadilla a la capital Omeya de Córdoba frente a la siempre rebelde y otrora capital visigoda, Toledo.

Por esta razón se llevaron a cabo construcciones de gran valor y originalidad que garantizaran la defensa de la ciudad y de éstas las más espectaculares estaban ligadas al uso del agua. Gracias a su cercanía al cauce del río concibieron un foso húmedo alrededor de la ciudad desviando artificialmente el mismo, que no solo aseguraba su seguridad, sino que ayudaba a evacuar las aguas fecales de la misma.

Para garantizar un flujo de agua constante, incluso en épocas de estiaje, la gran aportación de los musulmanes fue articular un ingenio hidráulico llamado coracha, que basándose en el mismo principio que la noria, extraía agua del cauce principal y lo dirigía mediante acequias a dos grandes torres pentagonales que hacían las veces de aljibe. Desde éstas se vertía agua al foso, de modo que no solo se aseguraba su viabilidad durante todo el año, sino que se producía una visión extraordinaria que ponía de manifiesto un símbolo del poder emiral a través del control del agua.

Visitas al yacimiento de Calatrava la Vieja

Este yacimiento está gestionado por el Ayuntamiento de Carrión mediante visitas guiadas o libres (a elección). En este último caso, la musealización del recorrido mediante cartelas, garantiza una excelente comprensión del mismo.

La visita comienza al pie de la mencionada coracha y continúa por el foso excavado en la roca, a los pies de la muralla que rodea el conjunto. Aquí se puede apreciar la cuidada organización de las defensas, que cuentan con torres de flanqueo, torres albarranas, torres pentagonales en proa y una entrada en recodo, de probada eficacia ante ataques. Tras acceder a la medina por este acceso se puede visitar la coracha que alimentaba de agua a la ciudad y el alcázar erigido en el extremo este de la misma.

Dentro del mismo, y tras haber accedido por una espectacular puerta flanqueada por torres, podemos disfrutar de edificaciones como la sala de audiencias desde donde se ejercía el poder en época musulmana, el aljibe que sirvió de prisión tanto en esta época como durante la ocupación cristiana, y los restos de dos iglesias, una construida por los templarios tras una temprana e inconclusa encomienda, y otra superpuesta, construida por la Orden de Calatrava, fundada tras el abandono de los primeros y que supuso la primera orden de este tipo en la Península Ibérica.

Un picnic en los alrededores del yacimiento

En las inmediaciones del yacimiento, junto al Santuario de Ntra. Sra. de la Encarnación, hay una zona arbolada, con mesas y barbacoas, que permite realizar un picnic o comer. Esta edificación, de carácter popular está compuesta por un patio, al gusto manchego y una pequeña ermita que acoge la imagen citada anteriormente y cuya mayor peculiaridad es que se construyó sobre la antigua mezquita del arrabal, como demuestra el arco de herradura cegado que se conserva en el muro exterior norte de la misma, en cuya clave encontramos la representación más antigua de la cruz de la Orden de Calatrava.

Y tras esta visita solo queda volver a Almagro para un merecido descanso en nuestro apartamento… o en una terraza de la Plaza Mayor.


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