Sorprende Infantes al viajero no solo por la serena belleza de su conjunto sino por encontrar semejante coloso durmiendo plácidamente en la soledad de las llanuras de La Mancha y de Montiel. Y es que Villanueva de los Infantes pertenece a esa categoría de ciudades que, si bien un día fueron faro y referencia de la vida de miles de personas, los distintos avatares de la Historia la han sumido en un profundo letargo del que el turismo comienza a sacarla lentamente.
Infantes y el esplendor del Barroco
Si el Medievo y el Renacimiento estuvieron protagonizados por Montiel y Alcaraz respectivamente, Infantes debe su esplendor al Barroco y al esfuerzo de la monarquía por sacudirse la sempiterna influencia de las Órdenes Militares, pues, si Almagro es hija natural del esfuerzo calatravo, Infantes puede considerarse vástago adoptado de la Orden de Santiago, gracias a la cual se convirtió tempranamente en la capital de la comarca.
La arquitectura de los tres poderes
A pesar de las marcadas huellas de esta herencia religioso-militar, visible por ejemplo en el Cuartel de la Orden, la mayor parte de su singular arquitectura responde al tenso pulso mantenido por los tres estamentos presentes en la ciudad: el Estado, la Iglesia y la Nobleza.
Y si hay un elemento que represente a la perfección esta relación es, sin duda, la Plaza Mayor. Dicho espacio se convierte en un gran escenario donde los actores de esta tragicomedia exhiben sus galas para demostrar su papel protagonista. Y en esta pugna destaca por méritos propios la Iglesia de San Andrés, un majestuoso templo con trazas tardogóticas en su inicio, pero donde el gusto renacentista se extiende en la decoración hasta que la contrarreforma del siglo XVII le impone el sobrio clasicismo del pórtico con que se abre a la plaza.
El resto de la plaza se encuentra presidido por el Ayuntamiento y, conforme nos alejamos de la iglesia, los soportales realizados al gusto clásico van dejando paso a un lenguaje más popular de zapatas de madera y balconadas corridas que anteceden la apertura de la plaza al pueblo llano. Las casas solariegas abundan por doquier y nos recuerdan no solo la importancia de ser sino de parecer. Por eso hoy en día la apariencia de majestuosidad de las portadas contrasta con el silencioso abandono que guardan algunos interiores.
Personajes ilustres recorrieron sus calles
Pero Infantes no alardea únicamente de su ajada nobleza pasada, puede, y con razón, vanagloriarse de haber dado acogida a personajes de la talla de Santo Tomás de Villanueva, canonizado en 1648 y cuyo oratorio aún se conserva en esta villa; Don Francisco de Quevedo, quien terminó aquí sus últimos días en el Convento de Santo Domingo; y por supuesto Don Miguel de Cervantes, cuya inmortal frase, que da inicio al Quijote, atribuyen los últimos estudios a esta localidad, y como muestra el botón que supone tener entre sus viviendas la Casa del Caballero del Verde Gabán.
Muchas son las virtudes y atractivos de Infantes y pocas las palabras que tenemos para describirlos, por esa razón estas frases no sirven de nada sin una merecida visita a este lugar que ya han conocido caballeros, reyes y artistas.
Imágenes: Oficina de Turismo de Villanueva de los Infantes